Los objetivos proporcionan la dirección para todas las direcciones y acciones gerenciales, y forman los criterios contra los que se miden los logros.
En el establecimiento tradicional de objetivos, aquellos establecidos por los gerentes de nivel alto se convierten en subobjetivos para cada área de la organización, ya que asume que los gerentes de nivel alto pueden ver la perspectiva general. Los objetivos que se pasan a cada nivel sucesivo, y guían a los empleados mientras trabajan para lograr los objetivos asignados.
Así se evalúa el rendimiento, y se determina si se lograron los objetivos asignados. Sin embargo, transformar los objetivos estratégicos en objetivos departamentales, de equipo e individuales puede ser difícil y frustrante.
Otro problema con el establecimiento tradicional de objetivos es que muchas veces pueden parecer ambiguos, y deben hacerse más específicos conforme fluyen hacia abajo a través de la organización. Los gerentes de cada nivel definen objetivos y aplican sus propias interpretaciones y prejuicios conforme los hacen más específicos. A medida que los objetivos siguen su camino desde la cima hacia los niveles inferiores, éstos pierden claridad.
Cuando la jerarquía de los objetivos de la organización está claramente definida, se forma una red integrada de objetivos llamada cadena de medios y fines. Los objetivos de nivel alto se ligan a los de nivel bajo, y sirven como medios para su cumplimiento, convirtiéndose en medios para alcanzar los objetivos del siguiente nivel.
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